El plagio es un comportamiento grave y totalmente inaceptable en la práctica periodística. Consiste en reproducir contenidos (ideas, textos, imágenes...) como si fueran propios. El plagio no depende de la voluntad del que plagia. Se puede plagiar sin intención.
La mera reordenación de palabras, el uso de sinónimos o de expresiones similares no es suficiente para evitar el plagio. Esto es especialmente importante en los géneros de opinión.
Debe extremarse la precaución a la hora de reproducir información de contexto que haya sido publicada con anterioridad.
Se evitará reproducir literalmente contenidos provenientes de agencia, sin que exista una reelaboración o sin que se cite la fuente.
Debe evitarse el uso de imágenes o material gráfico procedente de Internet cuya autoría no esté declarada. El no reconocimiento de autoría por parte de la fuente de la que se extrae un contenido no significa que no la tenga y que, por tanto, pueda utilizarse como si fuera propio.
Para reconocer la procedencia de una información y su autoría, puede utilizarse el enlace. No obstante, utilizar un enlace a la fuente o publicación original puede no ser suficiente para evitar el plagio (por ejemplo, si sugiere que sólo una pequeña parte proviene de dicha fuente).
Se considera plagio reproducir declaraciones entrecomilladas de un sujeto en una entrevista, sin declarar la procedencia o autoría de la misma, y presentarla como propia.
Se debe evitar la mala práctica de datar una información donde el medio no tiene ningún enviado especial ni corresponsalía.
Los contenidos de publicaciones no periodísticas (científicas, divulgativas, académicas, jurídicas, etc.) no deben ser reproducidos como si fueran propios, ni siquiera en el caso de contenidos conocidos universalmente.
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