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Tenemos en estima al presidente LGE y resulta raro escucharle en el congreso en su defensa del programa Entre Todos. Nadie bien formado, con dos carreras a sus espaldas puede defender racionalmente dicho contenido audiovisual. Pregunten a Sabater, revivan a Weber y su ética protestante, consulten a Platón, díganme quien defiende eso, nos frotamos los ojos.

LGE se empecina en defender una programación basura, unos presentadores que se presentan a si mismos y ya sobran las palabras y una dirección de tve que es el oprobio de la calidad en televisión.

¿No existe otra alternativa para hacer el bien desde televisión que solo la apuesta por programas como España Directo, Entre Todos, La Mañana? ¿Es que no tenemos ojos con los que escuchar y boca para ver? Que todo es por gusto de los oídos para saborear estos melifluos cantos de sirena y acercar la estupidez a nuestras costas y ansí encallar nuestros sentidos. ¿No existen faros que alumbren los puertos seguros?, ¿no existen fareros que enciendan las linternas de la inteligencia?

Los piratas encienden los fuegos fatuos que proporcionan los cadáveres para despistar a los ciudadanos en su deambular por los mares audiovisuales. ¿Quien en su juicio sano y no interesado pide defender el bien como si el fin fuera ya de por si bueno?, ¿que aristotélico Nicómaco puede atribuir semejante bondad a tan triste programa de televisión?. ¿Porque tenemos que soportar semejante punto absurdo? ¿Acaso la ciencia solo sirve para despreciarla y la caridad para admirarla?. ¿Es que la pobreza hay que defenderla y si no existiera habría que crearla para que al fin pudieran existir las almas cándidas? ¿Es TVE un ministerio de asuntos sociales?. ¿Es una UVI móvil que se desplaza allí donde una voz desesperada grita?. Tantos gritos hay que se ahogan en su silencio y por enmudecer uno, cien mueren. Es la farsa de la eficacia, del... ayudo porque salgo en televisión y la mentira porque es apasionada resulta ladina, mezquina y ruin.

LGE no puede hacer nada, allá que se coma con patatas las tropelías de los directivos que soporta, no se sabe porqué, ni para qué, solo con la estrategia de evitar el ruido mediático suenan, retumban las cadenas al echar el ancla, pero no hay tope al fondo y al desenrollarla cae al pozo abisal de la necedad, nadie acampa en alta mar sino es para dejar la nave a su albur, a su marejada, sin destino y sin rumbo, al arbitrio de los vientos.

Aquí Alberti, aquí un ciudadano, los dos frente al mar de la desesperanza, mirando la mar de tierra y los barcos varados en el Aral desierto. Alguna vez hubo agua, ahora no quedan peces, no quedan peces porque no hay redes, no hay redes sin barcos, solo el óxido deja entrever las tripas de lo que fue un capitán, con gorra y con un ancla en su gorra y el blanco y el azul de sus letras, ya quedaron en su epitafio escritas, "En recuerdo de los que antes podían ver la televisión."

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