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El Gobierno tiene un grave problema, la ambigüedad. No solo el silencio indica ambiguedad porque parece que acepta lo que no menciona y hace lo que no dice. También cuando habla o intenta explicar es capaz de producir una confusión radical sobre sus oyentes. Se dice que no comunica, que es uno de sus defectos. Célebres son las meteduras de pata, la de Cañete fue brillante, pero ahí estan las de Floriano, Montoro, Cospedal, puede armarse un libro con frases de miembros del Gobierno y del PP.

En RTVE, espejo de lo público, ocurre otro tanto de lo mismo, no se informa, se ofrecen noticias "rio", como dice Pablo Sebastián, una sucesión deshilada de hechos, sucesos, declaraciones mezcladas en un sin fin que busca dar fe de una actualidad continúa. Echenique en el Congreso igualmente no informa, ofrece datos que mezcla con opiniones de alguien que es lego en materia audiovisual, que sus estrategas le escriben para que pueda hacer mutis por el foro y salga por la misma puerta que entró sin despeinarse el flequillo.

No hay pasión, es un Gobierno perfectamente aburrido en el que sobresalen las salidas de tono y las meteduras de pata. Los miembros del Gobierno y del PP no se creen nada de lo que dicen, por esto resultan increíbles y pierden votos, audiencia, adeptos, militantes.

No existe nada verosímil, la televisión es igualmente un correlato del Gobierno y sus presentadores "estrellados" solo imitan una conducta verbal que ven a diario en sus homólogos políticos. Famosas son las salidas de Mariló o la mas afamada de Toñi y su defensa de la violencia de género o la mas reciente de la presentadora de un telediario confundiendo Pokemon con Podemos.

Nadie sabe lo que dice, nadie sabe lo que lee, así es de descarnado el discurso, donde el método ha desaparecido y solo prevalece la parsimonia, la cachaza, la templanza de hablar sin decir, decir sin creer, mentir sin saber. Ese punto estúpido del centro político y la falsa objetividad informativa que da pábulo a una izquierda en descomposición que ahora toma como granero de votantes un parafascista que se despacha con la justificación política de la barbarie.

El PP tiene miedo, el Gobierno tiene miedo, la televisión tiene miedo, miedo exacerbado a la verdad, a decir lo que pasa realmente, a defender lo que se hace en realidad, a contar lo que pasa en el día a día.

La ambigüedad solo provoca un infinito espanto, donde el adjetivo se sustantiva y se adjetiva el sustantivo, en una inversión radical de la lengua. Es un sentirse cercado por los acontecimientos, por un devenir que avanza inexorable y nos expurga los bolsillos en el que nadie tiene esperanza de permanecer en su casa, en su puesto de trabajo, en su ciudad o en su país.

El Gobierno y a su frente un gobernante inconcluso, hierático, sin risa, sin un punto de humanidad o de frescura indica una muerte prematura de su mensaje en un medio, la televisión hecha de nadas, el silencio, como un día de verano, en el que el calor ha apagado los grillos y el viento no produce ruido, el aire, solo asciende.

A veces pensamos que hay algo pero ese algo es la nada en la que se afanan en buscar los astrofísicos de la televisión la materia oscura de la política, la ambigüedad.

Fuente: Elconfidencial.com

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